TEXTO BÍBLICO
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6, 52-56).
COMENTARIO
Hoy el texto evangélico resalta la palabra “carne” (σάρξ) Este término nos lleva al Misterio de la Encarnación. Dios se hace carne, el Verbo de Dios toma nuestra naturaleza y la deifica. Por la participación en la Eucaristía celebramos nuestra identidad más trascendental. “La mística cristiana es una mística atrevida. Es inseparable de Cristo – el Verbo hecho carne–” (V. Pizzuto, Contemplar a Cristo).
IMAGEN – DEIFICADOS
No comprendemos del todo lo que nos ha acontecido con la Encarnación, ni lo que nos sucede cuando participamos de la mesa santa. Pero en esto consiste la novedad cristiana, en la transformación que nos ha regalado Dios al hacerse Él mismo nuestra carne, y darse en comida para que quien la coma, se convierta en aquello mismo que recibe, el Cuerpo de Cristo. “Cristo sigue encarnándose en nosotros incluso ahora como Señor resucitado.” A través de la Encarnación nos hemos convertido «en partícipes de la naturaleza divina» (2Pe 1, 4).
PROPUESTA
¿Das fe a tu identidad sagrada, a tu divinización?