Proceso
La Palabra de Dios nos va enfrentando con diferentes actitudes contrarias al Evangelio. Hoy nos confronta con el posible comportamiento egoísta e insolidario, al presentar dos imágenes, la del rico Epulón y la del mendigo Lázaro.
Cabe que nos fijemos en el despilfarro de quienes malgastan sus bienes en orgías y cosas superfluas, frente a tantos que padecen necesidad; según las encuestas, más de nueve millones de personas en España están bajo el umbral de la pobreza.
Sin duda que el tiempo Cuaresmal nos invita a compartir los bienes y a no cerrarnos a nuestra propia carne de manera egoísta y presentista. Pero a su vez el relato bíblico nos habla del lugar donde gozan los justos, y los que han sufrido en vida.
Meta
El ejemplo que pone Jesús nos ofrece una gran esperanza. Todos aquellos que sufren tienen en la parábola una enseñanza. Nada se pierde, y nada queda fuera de la mirada compasiva de Dios.
Caminamos hacia la otra vida, y no es indiferente como vivamos en esta. Sin entrar a juzgar, lo que aparece con claridad es que el dolor y el sufrimiento son títulos nobles ante los ojos de Dios. Así lo percibimos en el texto evangélico: “Un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán (Lc 16, 20-22).
Propuesta
¿Vives como quien cree en otra vida?