
EVANGELIO

Via Crucis VI, Desierto de las Palmas
“… muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.” (Lc 4, 27-30)
SANTOS PADRES
“No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza. En esto consiste la sublimidad del hombre, su gloria y su dignidad, en conocer dónde se halla la verdadera grandeza y adherirse a ella, en buscar la gloria que procede del Señor de la gloria. Dice, en efecto, el Apóstol: El que se gloría, que se gloríe en el Señor, afirmación que se halla en aquel fragmento: Cristo ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención; y así -como dice la Escritura- «el que se gloría, que se gloríe en el Señor».” (San Basilio).
CONSIDERACIONES
Los vecinos de Nazaret se molestaron al comprender que su paisano Jesús denunciaba su falta de fe, y reaccionaron violentamente.
Jesús nos demuestra con su autoridad y serenidad la forma de enfrentarnos a circunstancias que sentimos adversas.
Ante los ejemplos que pone Jesús en el Evangelio, debemos ensanchar las fronteras de nuestra mente y comprender que Dios no tiene acepción de personas.
PROPUESTA
Al contemplar la escena que hoy presenta el Evangelio, ¿te descubres encerrado, un tanto endogámico, o abierto y universal?