“MI CASA ES CASA DE ORACIÓN”

Cuarto Evangelio 8“Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado»” (Jn 2, 14-16).

COMENTARIO

Por la manipulación del Evangelio y de la figura de Jesús, se puede caer en el amañamiento tendencioso, tanto de los textos bíblicos como de la persona del Señor. Nos gusta encontrarnos con un rostro amable y acogedor de Jesús, pero Dios es siempre más y no cabe que, por nuestra forma de pensar, creamos que podemos dominar la identidad divina. San Pablo, les desea a los efesios en su carta dirigida a ellos: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Ef 3, 17-19).

El testimonio que ofrece Jesús en el templo, convertido en mercado, es un revulsivo frente a la tendencia de hacer negocio con lo religioso, y tantas veces primar la dimensión económica sobre la pastoral o cultual. El papa Francisco advierte: “La vuelta a lo sagrado y las búsquedas espirituales que caracterizan a nuestra época son fenómenos ambiguos. Más que el ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro” (EG 89).

San Francisco de Asís tuvo una experiencia transformadora cuando escuchó en la iglesia de san Damiano: “Restaura mi iglesia”. Él interpretó que se trataba de restaurar el templo material, pero luego comprendió que se trataba de volver a las fuentes del Evangelio, que plasmó en la Regla Bulada: “La regla y vida de los Hermanos Menores es ésta, a saber, guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin propio y en castidad.”

PROPUESTA

¿Cuál es el rostro que más te atrae de Jesús?

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