JESÚS, HIJO DE DIOS
“Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre». Le dicen sus discípulos: «Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios». Les contestó Jesús: «¿Ahora creéis? Pues mirad: ha llegado la hora, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí” (Jn 16, 23-33).
COMENTARIO
Desde el principio, el Evangelio según san Juan revela la identidad divina de Jesús. Pero será el mismo Jesús quien a la hora de despedirse de los suyos, les revelará su propia identidad, al invocar constantemente a Dios como a su Padre.
El texto seleccionado nos ofrece la certeza del amor de Dios: “El Padre mismo os quiere”. Y nos desvela el secreto para obtener la gracia que necesitamos: “Si pedís algo en mi nombre al Padre, os lo dará”. Conocemos los relatos de los Hechos de los Apóstoles. En ellos se describe cómo los apóstoles actuaban siempre en el nombre de Jesús. San Pablo llega a afirmar: “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 10-11).
El nombre de Jesús no es un talismán, pero quien cree en el Hijo del hombre tiene fuerza y la seguridad de que Él le asiste. Jesús no es un héroe o un personaje legendario, es la revelación suprema de Dios. “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9). Y el creyente en Jesús no se siente solo.
PROPUESTA
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