Coro de ninos y jovenes sep 2019

Queridos Amigos de Buenafuente:

Cabe que nos asalte la nostalgia por no podernos ver en el Sistal el año jubilar y casi milenario, el día prefijado de ofrenda y de amistad crecida. Cabe que nos surjan los fantasmas por acoso de noticias negativas, y vivamos sumidos en la sombra del miedo, de la tristeza y de la desesperanza ante el crecimiento de la pandemia nuevamente. Cabe que el presente aciago desplace la memoria de los hechos celebrados otras veces, y se sumerja el ánimo en el horizonte oscuro de hipótesis adversas.
Coro de ninos y jovenes sep 2019
Es momento recio, y a la vez oportuno para saber si Dios nos da certeza y confianza. Los que dieron fe a su Palabra y a su promesa fueron testigos del brazo fuerte del Señor, de su mano alargada que los sacó de toda zozobra. “Abrahán creyó a Dios y eso le fue contado como justicia y fue llamado «amigo de Dios»” (Sant 2, 26). “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo” (Ex 33, 11). El Libro Santo afirma de Dios: “Él guarda los pasos de sus amigos” (1Sam 2, 9).

Es día de orar por los amigos, de desearos fortaleza, salud, paz interior, en agradecimiento a tantos gestos generosos. A Dios nos dirigimos como aquellos exiliados en Babilonia: “Por el honor de tu nombre, no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia. Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado” (Dn 3, 34-35).

Y resuena la respuesta en labios de Jesús, que encontramos en los evangelios: “A vosotros os digo, amigos míos: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más” (Lc 12, 4).

Y en el momento cumbre, próximo a su Pasión, Jesús confiesa a sus discípulos algo que debemos entender como dicho a cada uno de nosotros: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15, 13-15).

Queridos amigos, es un don la amistad. Y hoy es momento de reconocerlo, de sentirlo y de agradecerlo: “Un amigo fiel es un refugio seguro, | y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio y su valor es incalculable. Un amigo fiel es medicina de vida, y los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor afianza su amistad, porque, según sea él, así será su amigo (Eclo 6, 14-16).

¡Que sintáis la amistad de Buenafuente, la fuerza de la oración por vosotros, la que elevan las monjas de manera permanente! Un abrazo. ¡Nos sabemos!

AutorNoticias

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