TEXTO BÍBLICO

XXXII Domingo Tiempo OrdinarioA medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora» (Mt 25, 6-13).

         COMENTARIO

La parábola de las vírgenes parece contradecir los principios del Evangelio que manda amar incluso a los enemigos; esto hace pensar la sentencia del esposo: “No os conozco”. Sin embargo, en el fondo del mensaje, cabe apreciar la constante de la revelación, que es la mayor intimidad a la que nos llama Dios.

Cabría interpretar la parábola como relato que se refiere a malos y buenos, pero también es posible que cada uno personalice el texto, y sentir en el propio interior la actitud vigilante y la actitud descuidada, y comprender que el mensaje llama a despertar la atención, la sensibilidad y la consciencia…

En relación con la interpretación personal, la respuesta de las sensatas al no prestar aceite a las necias, no significa egoísmo, sino que la luz de la fe se alimenta de la propia reserva interior, y no sirve la fe del otro para mantener la nuestra. La lámpara de cada uno luce por la reserva de aceite que se guarda en el propio interior.

PROPUESTA

En caso de prueba, ¿percibes que tienes el aceite suficiente para afrontar la crisis?

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