LAS SAGRADAS ESCRITURAS
“Gloria es y orgullo el temor del Señor, contento y corona de júbilo. El temor del Señor recrea el corazón, da contento y regocijo y largos días.” (Eco 1, 11-12).
DICE EL POETA
“No me mueve, mi Dios, para quererte/ el cielo que me tienes prometido, / ni me mueve el infierno tan temido/para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte/clavado en una cruz y escarnecido, /muéveme ver tu cuerpo tan herido, /muévenme tus afrentas y tu muerte.”
CONSIDERACIÓN
El Temor de Dios es el antídoto contra todo orgullo espiritual. No es temer a Dios como si fuera un ser sádico, vengativo y justiciero, sino temer que yo pueda ser desconsiderado con Él, olvidadizo de su misericordia, infiel a su amor. Por el don de Temor de Dios se sobre la osadía de pretender la perfección a base de brazos. Este don libera del afán pretencioso del perfeccionismo para dejar actuar al Espíritu Santo que invita a la relación filial y reverencial con Dios. Mueve a no disgustar a Dios, y a amarlo como a Padre.
ORACIÓN
Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
PROPUESTA
¿Te descubres confiado o pretencioso?