Signo
Ya estamos cruzando el ecuador de la Cuaresma, y a medida que nos acercamos a la Pascua, la Palabra nos invita a poner nuestros ojos en los signos sacramentales, que nos ofrecen vida, fuerza, comunión, y nos impulsan a la solidaridad.
Ayer, la imagen del diálogo de Jesús con la samaritana junto al pozo de Jacob, y hoy, la referencia a la viuda de Sarepta y a Naamán, el sirio, evocan el signo del agua, pues los tres personajes tienen relación con ella. La samaritana escucha de Jesús: “Dame de beber”; a la viuda de Sarepta, el profeta Elías le pide de beber; y Naamán, el sirio, se bautiza en las aguas del río Jordán.
El agua es vida, fecundidad, hospitalidad, posibilidad de asentamiento humano, memoria de la obra del Creador, evocación bautismal, bien precioso y escaso. Los catecúmenos se preparan para recibir el bautismo, y los bautizados nos disponernos a renovar las promesas.
Don
Quienes vivimos en el llamado primer mundo, aunque cada vez se nos alerta más ante el consumo irresponsable del agua, no acabamos de experimentar lo que significa la sequía dramática, que desertiza y mata.
Si el agua como bien natural supone una riqueza, el bautismo lo es como don que concede gratuitamente la filiación divina, la comunión de los santos, estar plantados junto a la corriente, como los árboles que no temen el estío y se mantienen siempre verdes.
Hoy se nos invita a reflexionar y a reavivar el don bautismal: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio» (Lc 4, 24-27).
Propuesta
¿Agradeces a Dios el don de haber sido bautizado? ¿Eres solidario con los dones que posees?