
Profetas
Según el Cuarto Evangelio, el Precursor no solo señala a Jesús como el Cordero de Dios, en concurrencia con el cordero que sustituyó a Isaac, cuando su padre Abraham se disponía a sacrificarlo, sino como el novio de la boda.
Según las imágenes con las que se anticipa la llegada del Mesías, la alianza es la que recorre toda la Sagrada Escritura, y en concreto el Cuarto Evangelio. Ya en el prólogo se lee: «Este es de quien dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». El que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”.
La evocación a las sandalias hace referencia, precisamente a la identidad de Aquel que anuncia el Bautista, a quien no le puede suplantar, quitándole el derecho de los desposorios. El mismo Precursor, en otro momento, de manera más explícita, revela: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado delante de él”. El que tiene la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada. Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar” (Jn 3, 28-30).
En el cuadro de Bartolomé Murillo, el pequeño Juan da de beber al Niño Jesús, profetizando con esta
Hay quien ve una correlación entre lo que hizo María, la madre de Jesús, con Juan cuando nació, al que posiblemente lavó, y este gesto de Juan que ahora bautiza al hijo de María.