«Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!» (Jn 20, 13-16)
Si hay un lugar donde se deja sentir la presencia del Resucitado es en el Jardín de Arimatea. No es indiferente que suceda en ese espacio el reencuentro de Jesús con María Magdalena, a la que llama “mujer”, como también lo hizo Adán, cuando el Creador le mostró a Eva, en el jardín primero.
Mas si Jesús resucitado se muestra en espacio tan abierto, ¿cómo sentirlo cuando se nos obliga o recomienda andar enclaustrados, sin poder gozar del paisaje, ni de la naturaleza en primavera?
Y resuena la voz del ángel en su saludo a María en Nazaret, cuando de parte de Dios le comunicó que ella se convertiría en el jardín divino, donde de nuevo el Creador se haría presente.
El Cantar de los Cantares invita a la intimidad amorosa dentro del jardín: “Mira, el invierno ya ha pasado, | las lluvias cesaron, se han ido. Brotan las flores en el campo, | llega la estación de la poda, | el arrullo de la tórtola | se oye en nuestra tierra. Despierta, cierzo; acércate, ábrego; | soplad en mi jardín, | que exhale sus aromas. | Entre mi amado en su jardín | y coma sus frutos exquisitos.”
El espacio más íntimo es el interior de cada uno, y ahí, en lo más secreto del corazón, el Resucitado se quiere hacer presente y dejarse sentir para quienes tienen fe. Entra en tu jardín, en lo más hondo y protegido de tu ser, y ahí cabe percibir de manera sorprendente la presencia divina que te habita.
Entra en tu jardín, el Señor te dirá que ahí te quiere dejar palpar sus llagas para que sientas la paradoja de percibir luz en tus heridas, consuelo en tu dolor y la confirmación de tu esperanza.
Jesús no se impone, María Magdalena no lo reconoce mientras no abre los ojos de la fe. No busques entre los muertos al que vive. Él tiene una presencia diferente, y se muestra a los que no desconfían.
PROPUESTA
¿Te reconoces espacio digno donde pueda presentarse en Resucitado?