TEXTO BÍBLICO
“Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista” (Lc 24, 13-16. 29-31).
COMENTARIO
El pasaje de los discípulos de Emaús gira sobre los términos Caminar-Camino, en los que coinciden varios textos especialmente significativos. Al borde del camino estaba el ciego de Jericó (Mc 10, 46). El buen samaritano se compadece del herido al bode del camino (Lc 10, 31). El diácono Felipe atendió al ministro de la reina de Candace mientas iba de camino (Act 8, 26). Jesús se presenta en este pasaje no solo como camino (Jn 14, 6), sino como compañero en el camino.
IMAGEN: LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS
En el claustro de la abadía de Silos se puede contemplar un bajorrelieve en el que se representa el camino de Emaús. Sorprende el lenguaje de los pies. El Resucitado vuelve sus pies en opción de retorno, para quedarse con los discípulos. Jesús nos llama, nos acompaña y nos espera. De manera especial nos aguarda cuando atravesamos situaciones difíciles, y caldea nuestro corazón.
PROPUESTA
¿Te sientes acompañado por Jesús en figura de otro, en la Palabra o en la fracción del pan?