Ester 4,17k.Iz; Salmo 137; Mateo 7-12

TEXTO EVANGÉLICO

I Jueves Cuaresma 2024Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!” (Mt 7, 7-11).

TIEMPO DE SÚPLICA

Dentro de las diferentes expresiones orantes está la oración de súplica. Podría parecer que, a la hora de relacionarnos con Dios, deberíamos ser más generosos y gratuitos, porque le expresamos nuestra alabanza y bendición. Sin embargo, es el mismo Jesús quien, conociendo nuestra necesidad, nos recomienda hacer súplicas a Dios. Jesús avala la bondad divina de su Padre y defiende su identidad magnánima. El argumento es contundente. Si nosotros que somos egoístas, ante la súplica de quien queremos, nos movemos a generosidad, ¡cuánto más generoso no será Dios!

LA ORACIÓN DE SÚPLICA DE JESÚS

El Maestro de oración apela a la bondad divina y a su misericordia, cuando de manera explícita lo vemos intercediendo por las necesidades de quienes se acercaban a Él por distintos motivos. “Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado»” (Jn 11,41-42). Y en un momento cumbre de la vida de Jesús, se dirige a su Padre para pedirle por sus discípulos: “Levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos” (Jn 17,1.9).

PROPUESTA

Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto.” (1Tm 2,1-4).

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