EVANGELIO
“En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 26-28.31.34).
SANTOS PADRES
“La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque en el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros” (San León Magno).
CONSIDERACIONES
La Encarnación del Hijo de Dios en el seno de María no es un simulacro. El eterno se hace tiempo; el inmortal, mortal; el invisible, tangible…
Por este Misterio se comprende la expresión de la creación primera: Dios “hizo al hombre a imagen suya”, a imagen del Primogénito de los hombres, su propio Hijo.
En los días de la Pasión del Señor, se contempla hasta qué extremo el Verbo encarnado se ha hecho uno de nosotros.
PROPUESTA
En tu corporeidad llevas el sacramento de la sacratísima Humanidad; ¿cómo la tratas?