TIEMPO PARADÓJICO. El Domingo de Ramos queda más vinculado a la procesión triunfal del Señor en su entrada solemne en Jerusalén, que por la lectura de la Pasión de Jesús. Sin embargo, la liturgia celebra un tiempo paradójico, ya que al mismo tiempo que canta el “¡Hosanna al Hijo de David!”, se dispone a entrar en la Semana Santa, en la que se reaviva el recuerdo y la celebración de la Pasión y muerte del Señor. Impresiona el hecho social, tan frecuente, del populismo. Quienes acogen entusiasmados a Jesús, serán los mismos que pedirán su muerte.