LA VID Y LOS SARMIENTOS

Cuarto Evangelio26“Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15, 1-11).

COMENTARIO

A la hora de interpretar un pasaje, si en el texto se encuentra una reiteración significativa de una palabra, como en el caso presente, en el que resalta el término “permanecer”, hay que entender que se trata de uno de los mensajes centrales de ese pasaje.

El ejemplo que pone Jesús, de permanecer unidos, injertados en la vid, en la cepa como el sarmiento, para así dar fruto, puede estar lejos de la cultura actual, pero expresa con claridad que es necesario estar unidos a Él.

Si el Cuarto Evangelio sobresale por su referencia esponsal, la parábola de la vid y los sarmientos reitera la referencia a la unión más íntima. Es contundente el aserto: “Sin mí no podéis hacer nada”. Una clave que desvelan las palabras de Jesús es la estabilidad en Él, la opción por Él, permanecer en Él.

PROPUESTA

¿En quién o en qué te apoyas para mantenerte estable en tu opción creyente?

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