EL PARALÍTICO DE BETESDA

Cuarto Evangelio 15 “Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar” (Jn 5, 2-9).

 

COMENTARIO

Las piedras dan razón a la Biblia. Ha habido tiempos en los que al leer que la piscina tenía cinco lados, se suponía que era un lenguaje simbólico, pero los descubrimientos arqueológicos han demostrado que era verdad el dato bíblico, por lo que se deduce que el relato tiene un sustrato histórico.

Junto a la piscina se han encontrado restos de un templo pagano dedicado al dios de la medicina, Esculapio, razón por la que acudían los enfermos a ese lugar. Que Jesús entre a ese recinto, demuestra hasta qué punto viene a sanar y a salvar a todos. Él se presenta como el auténtico médico que cura, de ahí que reivindique la figura de la serpiente levantada en alto, signo de los que se dedican a la medicina.

La auténtica curación está implícita en la orden que le da Jesús al enfermo: “Levántate”. Ahí se halla el sentido de rehabilitación, de conversión, de novedad de vida. Encontramos el mismo verbo en los pasajes pascuales, cuando los ángeles comunican a las mujeres: “Buscáis al Cristo; no está aquí, ha resucitado (se ha levantado).

PROPUESTA

Levántate y se consciente de tu debilidad.

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