“Jacob engendró a José, el esposo de María,
de la cual nació Jesús, llamado Cristo.” (Mc 1, 16)
Santa María, déjame entrar en el portal,
seré discreto, permaneceré en silencio.
Solo deseo estar junto a vosotros,
junto a ti y junto a tu esposo san José.
Déjame entrar, para mirar al Niño,
para sentir dentro de mí sus ojos chispeantes,
su mirada limpia, y sonriente,
y poder así grabar en mi memoria vuestra ternura.
No interrumpiré tu contemplación,
ni distraeré tu mirada, soy yo quien deseo veros
en el recinto sagrado de vuestra familia,
en el espacio más próximo al cielo.
Señora, nada le dijiste a los pastores, nada a los magos.
Tu silencio es elocuente, tú siempre escuchas,
meditas, rezas, quizá cantas, vives el asombro
al tener en las manos el Misterio divino.
Admiro el lugar discreto de José, tu esposo,
con solo su presencia te defiende, te da seguridad,
te alivia el trabajo doméstico.
Como él y como el discípulo amado de tu Hijo, deseo acompañarte.
Quiero aprender a vivir por dentro la Palabra,
a encontrar la riqueza interior, discreta, en lo cotidiano,
a saber esperar los acontecimientos,
y a guardar en la memoria los hechos providentes.