Al principio, la gran resistencia al cristianismo fue la de los mismos judeo-cristianos, quienes fundados en sus tradiciones se opusieron a la predicación de Pablo y de Bernabé. Los apóstoles, ante la actitud impermeable de algunos judíos, decidieron anunciar el Evangelio a los gentiles.
No es una actitud del pasado. La resistencia que se percibe a las enseñanzas del Papa en algunos círculos católicos pone de manifiesto la actitud de quienes se obstinan en sus ideologías, buscando su vanagloria en vez de buscar la gloria de Dios.