(Isaías 58,1-9ª; Salmo 50; Mateo 9,14-15)

TIEMPO DE AYUNO

Viernes Ceniza 2024Convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo. ¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios! Tocad la trompeta en Sión, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea” (Jl 2, 12-15).

EL AYUNO QUE DIOS QUIERE

Los cristianos mantenemos la práctica del ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Los consagrados se abstienen todos los viernes de ciertos alimentos. El profeta Isaías muestra un sentido más amplio que el de privarse de comer. “«¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?». Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos” (Isa 58,3-7).

JESÚS PRACTICA EL AYUNO

El ayuno es una imagen bíblica que se emplea para contrarrestar el instinto egoísta de placer, tanto del beber como del comer. Es una llamada a la abstinencia de todo lo que perjudica y deteriora el corazón humano, sede del amor. Jesús, el nuevo Adán, frente a la quiebra de los primeros padres, quienes no resistieron el halago de los frutos del árbol prohibido, por lo que el jardín se convirtió en desierto, aparece en el yermo practicando el ayuno, y aunque experimenta la tentación de convertir las piedras en pan, resiste la propuesta del Tentador. Con su abstinencia de tomar alimentos, el Maestro enseña la forma de combatir la sensualidad y los instintos más bajos de la naturaleza humana.

PROPUESTA

Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará” (Mt 6,16-18).

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