Al día siguiente de celebrar el día de la Medalla Milagrosa, revelada por la Virgen a santa Catalina Labouré (1806–1876), la Iglesia celebra esta santa. Coincide que la visión sucedió en vísperas de Adviento, tiempo que nos disponemos a iniciar próximamente. Santa Catalina, Hija de la Caridad de san Vicente de Paúl, institución dedicada a los más pobres, y de gran expansión en las naciones, se dedicó a consolar y asistir a los desheredados de la sociedad. En 1830 recibió la gracia de las visiones de la Virgen que le reveló el deseo de que acuñara una medalla, que muy pronto se denominó Medalla Milagrosa por los efectos sobrenaturales que sucedían a quienes la invocaban.
Hay que situar la vida de santa Catalina en el siglo de las luces en Francia, donde imperaba la diosa razón, y los gobernantes habían decidido erradicar la fe cristiana. Sorprendentemente, las autoridades no pudieron con el pueblo que se mantuvo fiel. San Juan M. Vianney, cura de Ars (1786-1859), la epidemia de cólera que sufrió Francia en 1832 y que gracias a la Medalla Milagrosa muchos se curaron. Las apariciones de Lourdes en 1858, fueron antídoto contra el afán laicista francés.
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