TEXTO BÍBLICO
“María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lc 1, 39-43)
COMENTARIO
El encuentro de María con Isabel es un encuentro entre dos creyentes, que simboliza el abrazo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Desde la fe, ambas, llenas del Espíritu, entonan un cántico de acción de gracias, una bendición al Señor, y comparten su historia providencial en un clima de afecto.
Demasiadas veces vivimos nuestros acontecimientos personales sin compartirlos, soportándolos en nuestro interior, quizá de manera solitaria, porque no encontramos el espacio ni el ambiente afectivo, humano o creyente donde podamos expresar nuestra experiencia y nuestra historia personal.
“Dichosa tú que has creído”. Aunque se experimente dolor, cansancio, debilidad, soledad, problemas, e incluso pecado, el creyente sabe que es conocido y amado por Dios. Si se cree en Él y se acoge su proyecto, se camina por senderos de paz. El secreto está en la respuesta de María: “Hágase en mí según tu Palabra”.
PROPUESTA
Sé solidario con la necesidad de tu prójimo