TEXTO BÍBLICO
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». (Lc 1, 46-55)
COMENTARIO
La oración del rosario se remonta a Santo Domingo de Guzmán. La fiesta en honor de la Virgen, el 7 de octubre, se debe a San Pío V, quien instauró su conmemoración en el aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto (1571), denominándola Nuestra Señora de las Victorias. Además, agregó a la letanía de la Virgen el título de «Auxilio de los Cristianos». Su sucesor, Gregorio XIII (1572-1585), impulsor del calendario gregoriano, cambió el nombre de la festividad a Nuestra Señora del Rosario.
El rosario, en su forma primitiva, era la oración de los sencillos, de aquellos que no sabían leer. A semejanza de los monjes que rezaban el Oficio divino con 150 salmos, ellos rezaban 150 Avemarías. Hasta San Juan Pablo II, se contemplaban quince misterios de la vida de Jesús y de María: cinco gozosos, cinco dolorosos y cinco gloriosos. El Papa añadió cinco misterios luminosos.
A lo largo del año litúrgico, cabe observar cuatro períodos de cuarentena que pueden corresponder con los misterios del rosario: la cuarentena que va desde Navidad hasta el 2 de febrero, correspondiente a los misterios gozosos; la cuarentena que va desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, correspondiente a los misterios dolorosos; la cuarentena pascual, desde el Domingo de Pascua hasta la Ascensión del Señor; y, finalmente, los días que van desde el 6 de agosto, la Transfiguración del Señor, hasta el 14 de septiembre, la Exaltación de la Santa Cruz.
PROPUESTA
Contempla la vida de Jesús a través de la mirada de María, su madre
TEXTO BÍBLICO
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre». (Mc 10, 4-9)
COMENTARIO
Es hermoso contemplar el momento en que el hombre y la mujer se profesan amor ante el altar, permitiendo que Dios sea el vínculo que los une, más allá de su experiencia sensible y afectiva, aunque esta sea el detonante de su opción de vida.
En un tiempo tan adverso, lleno de guerras y violencia, y marcado por el individualismo, asistir al sacramento del matrimonio es un privilegio. Que hoy dos personas se comprometan a amarse de por vida es un signo elocuente de lo que Dios puede hacer en el corazón humano, una bendición que no fue abolida ni después del pecado ni en tiempos del diluvio.
Dios ofrece celebrar una alianza con toda la humanidad; este es el núcleo de la revelación bíblica. No solo como un pacto, sino como una pertenencia de amor. En la plenitud del tiempo, el amor divino se manifestó en la Encarnación del Verbo hecho carne.
PROPUESTA
Da fe: Dios te ama siempre. Él es fiel.
TEXTO BÍBLICO
“Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.” (Lc 2, 42-46)
COMENTARIO
Destaca en el relato la referencia al verbo “buscar” que María y José emplean al intentar encontrar al Niño Jesús. Su búsqueda resulta infructuosa cuando lo buscan entre los parientes y en Jerusalén, hasta que, angustiados, llegan al templo, donde lo encuentran entre los doctores.
Sorprende la correspondencia entre el texto de san Lucas y el Cantar de los Cantares: “En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma, lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad, calles y plazas; busqué al amor de mi alma, lo busqué y no lo encontré. Me encontraron los guardias que hacen ronda en la ciudad: ‘¿Habéis visto al amor de mi alma?’ Apenas los había pasado, cuando encontré al amor de mi alma. Lo agarré y no lo soltaré hasta meterlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió” (Ct 3, 1-4).
El ser humano lleva dentro de sí la llamada esencial de buscar a su Hacedor. La experiencia del salmista – “Busco tu rostro, Señor, no me escondas tu rostro” (Sal 26) – y las confesiones de San Agustín – “Nos creaste para ti, Señor, y nuestro corazón estará siempre inquieto mientras no descanse en ti” – así como la afirmación de Pawel Florenskij – “La persona es un ser que constitutivamente busca el Rostro de Cristo” – reflejan esta búsqueda. Sin embargo, el hallazgo no se logra por el esfuerzo humano, sino porque es Dios quien nos busca.
PROPUESTA
No dejes de buscar al Señor, aunque no está lejos de nosotros
TEXTO BÍBLICO
Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: a ti misma una espada te traspasará el alma. (Lc 2, 22-35)
COMENTARIO
Al ver a los padres de Jesús cumplir con la ley, surge la contemplación de la humanidad del Hijo de María. Esta contemplación nos conmueve, ya que nuestra naturaleza humana, la misma que la del Hijo de María, el Verbo de Dios hecho carne, está llamada a la divinidad. “Dios hecho materia para que la materia sea Dios” (San Máximo el Confesor). “La gloria de Dios es que el hombre viva” (San Ireneo). “El Verbo se hizo hombre para que nosotros nos hagamos Dios” (San Atanasio de Alejandría).
Si no se tiene en cuenta la referencia a Jesús, uno puede caer en un exceso de autoestima o en el desprecio. Ambos extremos son injustos, dado que compartimos la misma carne que el Verbo. Desde esta perspectiva, es posible atreverse a ocupar el último lugar, superando la tendencia natural hacia la vanidad de ocupar posiciones preferentes, porque la verdadera identidad y afirmación no provienen del estar en el primer lugar, sino de reconocerse en el Hijo de María.
Una interpretación de las palabras de Simeón me iluminó: no solo María sufrirá en su corazón, sino que, gracias a ella, se levantará la espada que cerraba la entrada al primer jardín.
PROPUESTA
Reza: “Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador
TEXTO BÍBLICO
“José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2, 4-7).
COMENTARIO
María dio a luz a Emmanuel en una cueva. En el seno mismo de nuestro mundo, nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado. El Hijo de Dios ha descendido hasta nosotros, anticipando su último descenso al fondo del Seol, para tender la mano al primer Adán y rescatar en él a toda la humanidad de su alejamiento de la salvación.
El Verbo hecho carne reconcilia a todo ser humano, lo libera de todo dualismo y recrea al hombre en una sola y mayor identidad: lo hace hijo de Dios en Él. Esta realidad y misterio habita en todo ser humano, no solo como un revestimiento externo, sino semejante a su Creador. Dios creó al hombre a su imagen. Toda la humanidad está incluida en este nacimiento.
Celebra este nacimiento y acoge en tu propia carne, quizá algo entumecida, la fuerza del Espíritu y la Buena Noticia, que te hará relacionarte de un modo diferente contigo mismo y con los demás.
PROPUESTA
Tienes en tu cuerpo la experiencia más próxima de la humanidad del Hijo de María
TEXTO BÍBLICO
“María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lc 1, 39-43)
COMENTARIO
El encuentro de María con Isabel es un encuentro entre dos creyentes, que simboliza el abrazo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Desde la fe, ambas, llenas del Espíritu, entonan un cántico de acción de gracias, una bendición al Señor, y comparten su historia providencial en un clima de afecto.
Demasiadas veces vivimos nuestros acontecimientos personales sin compartirlos, soportándolos en nuestro interior, quizá de manera solitaria, porque no encontramos el espacio ni el ambiente afectivo, humano o creyente donde podamos expresar nuestra experiencia y nuestra historia personal.
“Dichosa tú que has creído”. Aunque se experimente dolor, cansancio, debilidad, soledad, problemas, e incluso pecado, el creyente sabe que es conocido y amado por Dios. Si se cree en Él y se acoge su proyecto, se camina por senderos de paz. El secreto está en la respuesta de María: “Hágase en mí según tu Palabra”.
PROPUESTA
Sé solidario con la necesidad de tu prójimo
TEXTO BÍBLICO
“En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».” (Lc 1, 26-28).
COMENTARIO
Nazaret es un lugar desconocido, y al mismo tiempo, un sitio acreditado por las Escrituras. La arqueología demuestra que fue el lugar donde aconteció la Encarnación. Pero, si en la providencia de Dios todo el universo era susceptible de este acontecimiento, ¿por qué ocurrió en Nazaret? ¿Por qué en ese Nazaret concreto, desconocido y anónimo?
Nazaret no es un método ni una ideología; no es una intelectualización ni un discurso sobre la humildad; no es una especulación mítica sobre la Encarnación de la divinidad, ni una bella parábola. Nazaret es la tierra, el pueblo, la casa, la familia de Jesús, del Verbo hecho carne.
El ángel se dirige a María llamándola con el nombre que Dios le da: “Llena de gracia” o “Amada de Dios”. Este será el secreto de la vida de la nazarena y de su Hijo, el amado de Dios.
PROPUESTA
Reza el ángelus
TEXTO BÍBLICO
“Si el Señor no me hubiera auxiliado, ya estaría yo habitando en el silencio. Cuando pensaba que iba a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostenía; cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia” (Sal 93, 17-19).
CONSOLACIÓN
¿Será fanal introvertido el gozo interior, sin causa externa? ¿Será endogamia subjetiva sentir calma en el corazón? Más, no siempre por procurarlos acontece el deleite profundo en las entrañas. Ni se siente la paz, por mucho que se intente.
Lo que acontece no es por pasividad indiferente, ni por desentendimiento fraterno. Es quietud, serenidad, consuelo, distancia de las cosas, aun en medio de ellas. Es momento de gracia gratuita y agradecida, necesario para grabar la memoria en el estío. Es reserva para tiempos recios, cimiento y raíz para vencer en las tormentas.
PROPUESTA
Guíate por las mociones consoladoras
TEXTO EVANGÉLICO
“«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa” (Mc 9, 38-41).
CONSIDERACIÓN
Puede parecer que Jesús, al afirmar que “quien no está contra nuestro está a favor nuestro”, relativiza la identidad religiosa, que da lo mismo pertenecer a cualquier credo. El Maestro ensancha la mirada inclusiva y asocia a su persona a todos los que obran de buena voluntad. El gesto de dar un vaso de agua a quien tiene sed, se convierte en sacramento, imagen de hospitalidad sin condiciones.
La hospitalidad, la acogida, la actitud generosa de ofrecer mesa y techo a quien carece de lo más mínimo, se convierte en testimonio profético, más allá de que lo practique un cristiano o una persona voluntaria por solidaridad. Hoy abundan los ejemplos de quienes, sin mirar la procedencia de los necesitados, socorren, acogen, auxilian, e insertan. Sigue siendo un reto para creyentes la sacramentalidad del prójimo.
Vivimos tiempos en los que la ideología nos convierte en personas excluyentes. Por un lado, el individualismo nos hace refractarios a los valores, criterios y necesidades de los demás; y por otro lado, la pertenencia a grupos, un tanto endogámicos, convierten a los miembros en islas, en guetos o cenáculos cálidos, pero un tanto aislados.
PROPUESTA
¿Te descubres acogedor o defensivo? ¿Tienes gestos solidarios?
TEXTO BÍBLICO
“Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. Sino que acallo y modero mis deseos, | como un niño en brazos de su madre” (Sal 130, 1-2).
ORACIÓN
No te pido nada, tú sabes bien mi dolencia. Vengo ante ti y me acallo, sabiéndome en tu mirada. Yo sé que mi oración es como un trueque; Tú me pides permanecer sin especular, Tú te das en el momento necesario. Tú me esperas al caer la tarde y madrugas por mí al darme fuerzas. Tú me dejas llegar al límite, donde experimento mi fragilidad, y Tú me dejas sentir la circunstancia providente.
Hay momentos de súplica confiada, otros de abandono. A tiempos quedo expresando amor, en otros momentos te bendigo. Es ofrenda el tiempo transcurrido con tan sólo el deseo de estar contigo. Yo sé que por tu parte no faltará tu respuesta. Es privilegio saber que te agrada el tiempo que dedico a la oración, sin proyectar rentabilidad.
PROPUESTA
Expresa tus sentimientos ante Jesús