Queridas hermanas:

Al presidir la misa D., José Antonio Satué, obispo de Teruel-Albarracín, concelebrada con el obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, D. Atilano, y más de veinte sacerdotes que se encuentran en días de Ejercicios Espirituales, os entrego en la víspera el testimonio que tradicionalmente pronunciaba en la Eucaristía de la fiesta de san Bernardo.

Este año, en las diferentes tandas de Ejercicios, acompaño a tantos huéspedes con la exposición de las parábolas del Evangelio de san Lucas. Al contemplar el mensaje que se desprende de su meditación, resalta la predilección de Jesús por la minoridad.

Las parábolas del sembrador, de la semilla de mostaza, de la medida de levadura, de la oveja perdida y de la dracma perdida sorprenden por poner en valor lo pequeño como imagen del Reino de Dios.

Al contemplar Buenafuente, sin atreverme a identificar a la Comunidad y a quienes vivimos en extramuros con la pequeña semilla de mostaza o la porción de levadura, encuentro, sin embargo, una concordancia entre la virtud y la fuerza que guardan la mostaza y la levadura, y el significado y la atracción eclesial del Sistal, más allá de la suma de nuestras personas, y quizá precisamente por nuestra pobreza.

Son muchos los que sienten en este lugar la paz interior, la llamada al corazón que les hace la Palabra, el atractivo del espacio natural, orante y silencioso, como lo fue cuando, en 1973, acudieron los primeros Amigos de Buenafuente y se enamoraron del lugar.

Somos beneficiarios del caudal de santidad que se ha vivido en este lugar desde el siglo XII, gracias a tantas hermanas que permanecieron en el claustro sin las comodidades de las que hoy disfrutamos. Nos corresponde agradecer a Dios, en este día de san Bernardo, la fidelidad de quienes nos han transmitido la antorcha de la contemplación y han ofrecido sus vidas por la Iglesia, y más en concreto, por los sacerdotes.

No podemos enorgullecernos de lo que no nos pertenece: la herencia recibida de tantas generaciones. Solo permaneciendo humildes y dejando que la gracia de Dios pase a través de nuestras pobrezas, se seguirá realizando el milagro de Buenafuente.

Seguimos siendo pocos, como la pequeña semilla de mostaza, pero Dios quiere atravesar nuestra debilidad para edificar a otros. Cuando uno se pone delante del Señor, y al mismo tiempo recibe el testimonio de los que pasan por aquí, se hace más evidente lo que Dios quiere hacer a través de lo pobre y pequeño.

Reivindiquemos la gloria de Dios, que a través de todos los que aquí permanecen o pasan, se confirma cómo lo que parece y es pobre y débil se convierte en testimonio de lo que la Providencia realiza, para que más se vea, como dice san Pablo, la gracia de Dios.

Gracias por vuestra fortaleza en la debilidad.

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