TEXTO BÍBLICO
Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico. (Mc 10, 17-22).
COMENTARIO
Dios es bueno y ha hecho todo bueno y hermoso. Quien confía en Él disfruta de su bondad y generosidad. Jesús recibe el título de “Maestro bueno” y, aunque Él corrige al joven que lo llama así, sabemos que se decía de Él: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Al observar el comportamiento del joven rico, descubrimos que no basta con ser llamado por Jesús al discipulado, ni siquiera sentir la mirada amorosa del Señor para seguirlo. Es necesaria la opción libre y voluntaria de acoger la vocación. Jesús miró con amor al joven, pero eso no fue suficiente para que tomara la decisión radical de dejarlo todo y seguir al Señor.
San Antonio Abad lo dejó todo. San Francisco de Asís se desprendió hasta del lujoso vestido que le había dado su padre. Santa Teresa de Jesús fundó el Carmelo descalzo, sin rentas ni dotes. Ellos nos ofrecen el testimonio de haber encontrado el verdadero tesoro.
PROPUESTA
Déjate mirar por Jesús