TEXTO BÍBLICO
“Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec” (Ex 17, 11). “Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?“ (Lc 18, 7-8).
COMENTARIO
En tiempo de pandemia, cuando no podíamos salir a la calle y las iglesias permanecían cerradas, descubrimos aún más el ministerio de la oración. Nadie era testigo de los brazos levantados ni de los nombres pronunciados mientras se oraba, pero fue —y sigue siendo— una misión que el Evangelio recomienda.
Sin embargo, la pregunta que plantea Jesús, a propósito de la invitación a orar siempre sin desfallecer, es si seguirá creyéndose en la fuerza de la oración, cuando parece imponerse la eficacia de la acción o el descrédito de lo religioso.
Vivo en un lugar donde, desde hace más de ochocientos años, se elevan manos orantes por todos. Quizá nunca sepamos a quién llega el auxilio de la esperanza, del ánimo o de la fuerza providente, pero estoy seguro de que nada se pierde. A los monasterios llegan las voces de tantos que suplican ser tenidos en cuenta en la oración y confían en el ministerio de los contemplativos.
PROPUESTA
Ten fe en la oración y sé generoso.
