Isaías 42,1-7; Salmo 26; Juan 12,1-11

TEXTO EVANGÉLICO

Lunes Santo 2024Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Juan 12,1-3).

TIEMPO DE AMISTAD

No es indiferente el dato cronológico y topográfico que señala el evangelista. Seis días antes de la Pascua, Jesús estaba en Betania. Si tenía posibilidad de estar en Jerusalén, pues allí celebraría la cena, ¿por qué ir y volver cada día a Betania? Con ello se nos revela la necesidad que tiene el Maestro de vivir los últimos días en la casa de sus amigos. La Semana Santa es tiempo de acompañar a Jesús, de querer convertirse en el espacio amistoso. Santa Teresa de Jesús dice a sus monjas: “En estos tiempos que son menester amigos fuertes de Dios para sustentar los flacos” (Vida 15,5).

JESÚS, AMIGO

De Moisés dice la Biblia: “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo” (Ex 33,11). En los evangelios se expresa una declaración fascinante por parte de Jesús, en la que se declara amigo de los suyos y no solo Maestro: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,15). Cuando estamos en los días próximos a la Pasión, resuenan las palabras de Jesús con una fuerza especial: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,13-14).

PROPUESTA

«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» (Jn 21,15-17).

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