
SIGNO
Por eficaz que parezca, por hacendosa que sea, por productiva que se estime, la vida de quien se afirma en sí mismo y en sus obras, y se afana por adquirir prestigio, fama y honor, demuestra que no sigue el ejemplo de Jesús, sino sus propios recursos naturales.
Siempre me resulta revulsivo el discurso a la iglesia de Éfeso: “Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero” (Ap 2, 2-4).
DON
Jesús nos enseña de muchas maneras el modo de avanzar por el camino espiritual, y una constante es la
Hoy el Evangelio nos ofrece una de las imágenes más diáfanas para discernir el camino espiritual: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 18, 9-14).
PROPUESTA
¿En quién y en qué te sientes reflejado?