
TEXTO EVANGÉLICO
CONCURRENCIAS
“Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado». Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos (Mt 28, 6-8).
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos” (Lc 14, 21).
“Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento” (Lc 19, 5-6).
RESONANCIAS
“María, llevando en su seno a Jesús recién concebido, va a casa de su anciana prima Isabel. Es una muchacha joven, pero no tiene miedo, porque Dios está con ella, dentro de ella. En cierto modo, podemos decir que su viaje fue -queremos recalcarlo en este Año de la Eucaristía- la primera “procesión eucarística” de la historia. María, sagrario vivo del Dios encarnado, es el Arca de la alianza, en la que el Señor visitó y redimió a su pueblo” (Benedicto XVI, discurso, 31 de mayo 2005).
“El Evangelio nos dice que, después del anuncio del Ángel, ella fue deprisa, no perdió tiempo, fue enseguida a servir. Es la Virgen de la prontitud, la Virgen de la prontitud. En seguida está lista a venir en nuestra ayuda cuando la rezamos, cuando nosotros pedimos su ayuda, su protección a nuestro favor. En tantos momentos de la vida en los que necesitamos su ayuda, de su protección, recordamos que ella no se hace esperar: es la Virgen de la prontitud, va enseguida a servir” (Francisco, 31 de mayo 2014).
CONTEMPLACIÓN
Es tiempo de visitas y de acogida, aunque quizá la pandemia impida hacerlo este año. En su Regla, San Benito manda acoger al huésped como al mismo Cristo en persona. Nunca será mejor recibido el huésped si lo hacemos como mediadores de Cristo.