Año de oración
TEXTO BÍBLICO
“Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda” (Isa 1, 15-17)
COMENTARIO: COHERENCIA DE VIDA
El profeta confronta al pueblo de Israel, que se autojustifica en sus ritos, pero su corazón está lejos del Señor. El salmista llega a expresar el descontento de Dios: «¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» (Sal 49). No se puede descomponer el trato con Dios y el trato al prójimo.
Hay una sentencia de Jesús en el Evangelio, que se corresponde con la denuncia profética: “No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21).
Dios escucha al pecador arrepentido, como hizo con el publicano, pero rechaza al soberbio que se autojustifica en sus prácticas religiosas. Dios no rechaza a quien reconoce su debilidad, pero resiste a quien se afirma en su orgullo de forma vanidosa, como narra el Evangelio cuando salió el fariseo de su oración.
PROPUESTA
Dios escucha a los humildes y resiste a los soberbios.
